Llarena en el infierno de las Ardenas
Pero para los aficionados al deporte, Las Ardenas también son reconocidas por albergar una de las pruebas deportivas más duras del mundo: la Montane Legends Trail, a la que se la apela como el infierno de Las Ardenas. La carrera, cuya primera edición arrancó en 2017, se desarrolla, desde entonces y cada mes de febrero, durante 7 días en el territorio belga de Las Ardenas y cuenta con un recorrido de casi 500 kilómetros que los participantes han de cubrir en el plazo máximo de 65 horas. Las condiciones meteorológicas en esa época del año son imprevisibles y, en la práctica, el terreno es una mezcla de fango, nieve y hielo. Un lugar inhóspito cargado de leyendas. Como se imaginarán, pocos son los que consiguen acabar la durísima prueba.
Desconozco si el Magistrado del Tribunal Supremo Pablo Llarena, encargado aún de la instrucción de la causa del procés en lo que concierne a los separatistas fugados (con Puigdemont a la cabeza), es aficionado al trail de montaña. Sin embargo, lo que desde luego ha dejado acreditado es que en su terreno -el judicial- posee sobradas aptitudes para enfrentarse a un reto semejante o mayor al del Infierno de Las Ardenas: carácter, constancia y audacia. Y lo está demostrando, precisamente, en Bélgica, donde los jueces de aquel país llevan desde el 2017 denegando vez tras vez sus euroórdenes de entrega, enfangando el debate jurídico con argumentos alejados de la realidad.
Para intentar sortear las inclemencias impuestas por los jueces belgas, Llarena elevó el año pasado una cuestión prejudicial al Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) que, en síntesis, pedía que se pronunciara hasta qué punto un tribunal de un Estado miembro de la UE podía rechazar una euroórden de entrega solicitada por otro tribunal de un tercer estado miembro. En la última ocasión que la justicia belga denegó la entrega de uno de los fugados se usó como argumento una supuesta y pretendida "deficiencia sistemática y generalizada del sistema judicial español".
Pese a que aún quedan algunos meses para que los jueces del TJUE desvelen su decisión, ayer se dio a conocer el importante informe del Abogado General de la UE ante el TJUE, que tiene como misión asistir, objetiva e independientemente, al Tribunal presentando conclusiones motivadas relativas al asunto sobre el que ulteriormente habrán de pronunciarse. El Abogado General ha venido a subrayar que la justicia belga no puede seguir denegando sistemáticamente las euroórdenes de entrega cursadas por Llarena so pretexto de que en España los procesados no vayan a tener un juicio justo o equitativo. Es más, ha hecho hincapié en que nuestro país es un Estado de pleno derecho dentro de la UE y que, por consiguiente, el TS es un órgano judicial perfectamente legitimado para reclamar a los secesionistas fugados, por lo que los jueces belgas no son quienes para continuar torpedeando una investigación sobre la base de una presunta carencia democrática de nuestra nación.
La UE se ha construido sobre la premisa de que sus miembros son estados de acreditada democracia y, por tanto, con estructuras políticas, administrativas y judiciales homogéneas. En este último sentido, el judicial, la base de la UE es el principio de reconocimiento mutuo, que resulta ser la clave de bóveda de la cooperación europea en materia penal y, precisamente, el que la justicia belga se empeña en zancadillear sistemáticamente.
Con el respaldo del Abogado General, Llarena encara la recta final de su particular infierno de Las Ardenas con paso y ritmo firmes. Y gracias a su perseverancia y aplomo, pese a las adversas condiciones del terreno belga, ha logrado arrancar el reconocimiento explícito de las autoridades judiciales de la UE algo ciertamente obvio, pero que no conviene olvidar: España es un Estado de Derecho.
