June 24, 2024

Pedro W. Churchill

Pedro W. Churchill

Ojalá estas líneas pudieran haber sido escritas para comparar, aunque fuera remotamente, a Winston Churchill con el actual presidente de España y, sobre todo, con la grandeza con la que el político británico se condujo, logrando empujar a sus conciudadanos a la victoria en el último gran conflicto bélico del siglo XX.

No. Para desazón de los que estamos asistiendo cada vez más inquietos ante la "nueva verdad y realidad" de Sánchez, sólo cabe acudir a Churchill para rescatar su alentadora frase "nunca tan pocos habían hecho tanto por tantos", pero para transmutarla por la descorazonadora "nunca tan pocos habían hecho tanto por tan pocos". Y añado: "en perjuicio de tantos".

No puede ser otra la conclusión que se extraiga tras asistir a las ya innumerables cesiones que el gobierno de Sánchez ha tenido a bien realizar en favor de unos pocos. A los de siempre. A aquellos que, precisamente, anhelan acabar con el actual marco constitucional y predican, junto a algunos ministros, el llamado lawfare, que es la forma que se utiliza ahora para afirmar, sin razón, que los jueces prevarican; eso sí, sólo cuando dictan resoluciones en contra de sus intereses.

La lista de las cesiones a la minoría ruidosa es larga. Como el mutismo de la mayoría silenciosa. Quizás el inicio deba situarse en aquella "san pablesca" conversión a la que se obligó a la Abogacía del Estado en el juicio al procés para que modificara su acusación de rebelión por la más benigna de sedición (llevándose por delante al que había sido durante 25 años Jefe del Departamento de Penal: Edmundo Bal). A partir de ese momento, las cosas se precipitaron: el Ejecutivo indultó a los condenados por sedición; luego, decidió eliminar del Código Penal el delito de Sedición y modificar el de Malversación, para mayor gloria de los políticos que habían desviado decenas de miles de euros de fondos públicos para la causa secesionista, consiguiendo así que la ley penal más favorable se les pudiera aplicar con efectos retroactivos.

Es demasiado tarde para ser pesimista, porque, si nada lo remedia, en unos días, cuando las Cortes sancionen al Ley de Amnistía, todo será aún peor. A los condenados, y a los que todavía se encuentran huidos de la Justicia, se les borrarán sus delitos, evitando para siempre que puedan ser juzgados o tratados como exconvictos. Se impondrá forzosamente la amnesia generalizada y aquellos que lucharon desde la instituciones del Estado desde el respeto a la legalidad, quedarán por siempre desautorizados. Desde las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado hasta la más alta autoridad judicial española: el Tribunal Supremo.

Es tarde para ser pesimista, porque para conseguir mantenerse en el poder, y sin que parezca importarle lo más mínimo, Sánchez está logrando desprestigiar a las instituciones judiciales exigiendo "cambios de opinión" al Fiscal General del Estado o la Teniente Fiscal del Tribunal Supremo, que ha tenido que bregar contra el criterio mayoritario de los Fiscales de Sala del Tribunal Supremo en la causa del Tsunami Democratic oponiéndose al llamamiento como investigado de Puigdemont.

Es tarde para ser pesimista, porque desde el Auto de 29 de febrero de 2024 que dictó el Tribunal Supremo para, precisamente, confirmar el criterio del magistrado de la Audiencia Nacional García-Castellón de investigar a Puigdemont y a otros por los graves hechos que cometieron los componentes de Tsunami Democratic en octubre de 2019, la maquinaria estatal se ha puesto en marcha para dejar ver que la decisión no es más que otra muestra del supuesto lawfare. Aunque no es demasiado tarde para ser pesimistas para suponer que en la planeada Ley de Amnistía el Ejecutivo de Sánchez -ayudados por Junts y ERC- intentarán incluir como amnistiables los delitos de terrorismo, consiguiendo de esta manera sortear, y sabotear, la instrucción judicial.

Muchos somos conscientes de que, al final, los pocos serán los que salgan beneficiados, una vez más, de las cesiones del Gobierno y que, por desgracia, con ello nuestras instituciones se verán perjudicadas. Sobre todo, por la imagen de una Justicia manoseada hasta la náusea y de un ordenamiento jurídico doblegado en pos del beneficio de unos pocos.

Quizás todavía no todo esté perdido.

A lo mejor tenemos que quedarnos con la siguiente frase célebre de Churchill: "Un pesimista ve la dificultad en cada oportunidad; un optimista ve la oportunidad en cada dificultad". Yo, sin duda, lo haré.

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