Uno de los nuestros (o El asalto al TC)
“Que yo recuerde, desde que tuve uso de razón, siempre quise tener un magistrado en el TC”. La frase -tergiversada y convenientemente adaptada a la conveniencia de estas líneas (pues el texto original reza: “que yo recuerde, desde que tuve uso de razón, siempre quise ser un gánster”)- pertenece al filme de 1990 “Uno de los nuestros”, obra del estratosférico director de cine Martin Scorsese, protagonizada por Ray Liotta (encarnando a Henry Hill), quien se vio ensombrecido por un Joe Pesci convenientemente recompensado con la estatuilla en los Oscar de ese mismo año al mejor actor de reparto.
Salvando las distancias, y según hemos venido asistiendo impasibles en los últimos tiempos, a Sánchez le viene ocurriendo algo semejante a lo que a Henry Hill le sucedió en la ficción: su origen como niño en la política era prometedor, pues cabalgaba sobre promesas de regeneración política acompañado por Podemos y sus correligionarios de investidura tras la moción de censura a Rajoy. Pero, según ese crío fue mezclándose con sus socios, al igual que lo hizo Hill con los gánsteres del filme oscarizado, Sánchez comenzó a perder el respeto a la orden prestablecido y, por tanto, empezó ninguneando las decisiones del Tribunal Supremo, concediendo graciosamente indultos contra el criterio de fiscalía y tribunal sentenciador a los condenados del procés después de haber jurado que jamás haría tal cosa. Más tarde nos sorprendió a todos demostrando su poco aprecio a la montesquiana separación de poderes tras nombrar ministra de Justicia a la fiscal general del Estado Dolores Delgado. Después, recluyó a toda España bajo el parapeto de unos Estados de Alarma declarados inconstitucionales para evitar todo control parlamentario. Luego, colaboró a aprobar leyes de dudosa eficacia -la conocida como la del sólo sí es sí- (que ha terminado liberando a peligrosos delincuentes sexuales), o ha procurado no ser testigo, mirando hacia otro lado y casi en actitud mafiosa, cuando se está proyectando aprobar la Ley Trans, la cual pretende establecer si una persona es o no mujer dependiendo del insignificante hecho de la simple inscripción en el Registro Civil.
Sin embargo, y con lo que definitivamente Sánchez ha eclosionado a auténtico miembro de Uno de los nuestros, no es sólo con su logro de haber conseguido extirpar del Código Penal, sin anestesia y carente de todo sentido jurídico, tanto el delito de sedición como el de malversación para contentar a los políticos sediciosos y ya condenados de ERC. No, la máxima hazaña con la que el presidente del gobierno probablemente quedará retratado es con el intento de Sánchez de “asaltar” el Tribunal Constitucional mediante el ardid de una enmienda presentada a la reforma del Código Penal.
Por la puerta de atrás, y cual capo, Sánchez quiere reformar ahora el sistema de elección de sus miembros para poder, de una parte, nombrar a los “suyos” (el exministro de Justicia Juan Carlos Campos y Laura Díez, quien hasta hace nada era directora general del ministerio de la presidencia) y, de otra, amenazar con penas de cárcel a los que no se avengan en el futuro a plegarse a la renovación. De momento, el recurso de amparo presentado por el PP, y la propia resistencia de algunos de los miembros del Tribunal, han logrado contener la agresión hasta el lunes.
Sin embargo, y salvo sorpresa, Sánchez alcanzará una vez más su objetivo y convertirá al TC en uno de los suyos. Y quizás, y sólo quizás, la frase completa de Uno de los nuestros con la que se inicia el filme cobre un poco más de sentido: “Que yo recuerde, desde que tuve uso de razón, siempre quise ser un gánster. Para mí, ser un gánster era muchísimo mejor que ser presidente de Estados Unidos”.